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sábado, 13 de abril de 2013

Extasis en la discoteca



Terminamos de hacer botellón y nos dirigimos a la discoteca.
~ ¡No hay cola!- Exclamo alegremente al llegar.
Al entrar, conseguimos refugiarnos del frío de la calle y de los borrachos que quisieron ligar con nosotras mientras estábamos fuera.
Me froto mis heladas manos para conseguir que entren un poco en calor.
Pagamos la entrada y dejamos los abrigos en el guardarropas mientras los chicos que estaban detrás nuestra nos comían con la mirada.

Fuimos a la barra, esperando encontrar a algún camarero mientras la música hacía que poco a poco nuestros cuerpos se desperezaran y se comenzaran a mover.
“¡Mierda! Solo hay camareras.”
Nuestra idea de conseguir chupitos o copas gratis, se desvanece.
Mientras Laura pide, yo me giro. Pongo los codos sobre la barra y me quedo mirando hacia la pista de baile.
Cuando sirven a mi amiga, me doy la vuelta, me pongo de puntillas y miro por la barra para buscar una pajita. No las encuentro.
Le pido un par a la camarera, que nos sonríe falsamente. Me da igual. Que piense lo que quiera. Prefiero estar de fiesta que trabajando detrás de la barra y soportando a tanto borracho.
“Envidiosa.”
Laura me toca el hombro.
~ ¡Por esta noche!
~ ¡Ala tía, que me dejas sorda!
La miro y veo el brillo en sus ojos. Ya está excitada, como un perrito moviendo la cola, ansioso por que le lancen una pelota… aunque, concretamente, ella no quiere ese tipo de pel…
~ ¿Brindamos o no? ~ Interrumpe mi sucio pensamiento.
CLIN.
Una sonrisa traviesa aparece en mi rostro. Siento el frescor del limón… y del ron, se deslizan por mi garganta contrastando con el calor que emana de mi cuerpo.
 La música fluye en mi interior, mientras Laura y yo hablamos a gritos por culpa del volumen.
“¡Qué manía de poner las canciones tan altas! Así no hay quien hable… cotillee… critique…”
Me llevo de nuevo la pajita a los labios mientras miro hacia la pista de baile, pero la bebida no llega a tocarme los labios.
Me quedo anonadada y dejo de sorber. Mis ojos se salen de sus órbitas y mi mandíbula se desencaja del asombro.
Mis músculos se han quedado de piedra. Perpleja, lo sigo con la mirada, mientras pasa delante de mí.
Laura está como yo. Congelada… y haciendome daño porque me tiene cogida del brazo con la misma fuerza con la que me agarran firmemente el trasero cuando me alzan para lanzarme contra la cama… Mmmmm…
Ese pensamiento travieso que ha llegado a mi mente me provoca un cosquilleo entre los muslos imaginándome que era él quien me arrogaba para foll…
~ ¡Aahh! ¡Es él, es él! ~ Me grita Laura.
~ ¡Dios, qué bueno está! ~ Le contesto.
Nos miramos, y comenzamos a abanicarnos con las manos. En nuestros ojos ha saltado una chispa de felicidad. Comenzamos a dar saltos de alegría.
Rápidamente me giro y veo cómo se marcha. Lleva unos pantalones vaqueros pero me fijo descaradamente en su trasero, no en la marca. En la parte de arriba lleva una camiseta ceñida pero por culpa de lo marcados que le quedan los músculos no logro percatarme ni del color.
~ ¡Dios, qué bueno está! ~ Le grito feliz y entusiasmada.
“Mierda.” La música ha bajado de repente y me han escuchado todos los que están a mi alrededor. .
Sus miradas se clavan en mí. Chicas cuyos ojos me desprecian. Chicos que escrutan mis curvas mientras no piensan nada positivo sobre mí.
Me sonrojo tan rápido como baja el nivel de mi copa.
Observo de reojo cómo Laura se ríe. Disimula muy mal y más si se tapa la boca con la mano. Uuffff.
Ella se da cuenta del mal trago que estoy pasando y me coge de la mano. Vamos hacia la pista de baile.
Con David Guetta de fondo, bailamos como si no hubiera mañana. Despreciamos a los babosos borrachos y tonteamos con los guapos. Vamos y volvemos a por copas… gratis.
“¡Qué fáciles son… y qué tontos!”
Algunos se enfadan porque nos alejamos de ellos tras conseguir nuestra codiciada bebida gratuita. Se enojan por aprovecharnos de ellos… pues yo me pregunto…
¿No debería cabrearme yo porque se creen que me los voy a follar por un ron con limón? ¡Qué les den! No merece la pena ni que me indigne… prefiero reírme de ellos y, en función de la discoteca, que su prepotencia, chulería y estupidez les cueste 14 eurazos.
Regresamos a la pista de baile con una copa en la mano. Contoneando las caderas, haciendo hueco para disfrutar de mi ebrio momento.
~ ¡Joder! ~ Exclamo. ~ ¡LAU! ¡VOY A POR UNA PAJITA!
~ ¿QUÉ?
~ ¡ME OLVIDÉ DE LA PAJITA!
~ ¿QUÉ?
~ PA-JI-TA
~ ¡NO TE OIGO!
Me acerco a ella y le hablo al oído. Su pelo roza mis labios y me produce un cosquilleo.
Sonrío.
~ Ahora vengo. Espérame donde estábamos.
~ ¡OK!
“Joder qué grito.”
Me llevo una mano al oído y lo destapono. Me giro y vuelvo hacia la barra.
Me voy abriendo paso entre la gente. Tropezando de lado a lado, con un andar patizambo y bamboleante.
Avanzo mirando al suelo para esquivar la multitud de piernas que encuentro a mi paso, y protegiendo mi copa como mi propia vida. Llego hasta la barra.
Me pongo de puntillas con el ceño fruncido mirando a lo largo. Está completamente llena. Todo el mundo pidiendo a la misma vez.
~ ¡PERDONA! ¿Me podrías acercar una pajita? ~ Grito a la espalda del chico que está delante de mí.
~ Claro. ¿Quieres un chupito también? ~ Me dice medio de lado.
HIP.
“Mierda.”
~ Si. Porqué no.
HIP. HIP.
“Joder qué asco de hipo. A ver cómo me lo quito ahora…”
Aguardo de pie, los pocos segundos que tardan en alcanzarme mi preciado e inseparable trozo de plástico. Mirando hacia todos los lados, inquieta como una ardillita.
Me la mete en la copa.
~ Gra… HIP… Gra… HIP…
“Me cago en la puta.”
~ Gracias.
~ Toma el chupito.
Lo cojo con la mano libre y me digno a mirarlo a la cara.
“¡Oh, Dios mío!”
Él brinda conmigo porque yo no lo hago. Me quedo perpleja mirándole. Me ha quitado el hipo de un golpe.
Uuffff.
Al llevarse el chupito a la boca me fijo en sus brazos, su pecho… ¡hostias! La camiseta es blanca.
Mi corazón se lanza a por él. Ahí está. Delante de mí. Mi fantasía, el artista con el que tanto he soñado y tanto me he masturb…
~ ¿No te lo vas a beber? Es de mala educación rechazar una invitación. ~ Me sonríe.
¡Dios qué sonrisa! Mi sexo se derrite.
Sumisa, le obedezco. Me bebo el chupito de un trago y nerviosa como un flan llevo los labios a mi pajita.
Me mira de arriba a abajo.
Me ruborizo aún más.
“¿Le doy las gracias? ¿Me presento?” Me atrevo a pensar.
Separo la copa, y justo cuando voy a hablar se hace un nudo en mi garganta. Uufff.
Hábilmente me muerdo el labio y cuando me cercioro… llevo el peso a una pierna, me pongo de lado coquetamente y me llevo el dedo a mi pelo para jugar con él.
La música dirige el ritmo de mi corazón. Noto cómo me toca con su mirada cuando baja más allá de mi estómago.
“¡Dios, qué bueno está!” Pienso… porque las palabras no me salen. “Joder, no puedo hablar… ¿qué puedo hacer?”
Sin más dilación ocupo el espacio que nos separa y sin preámbulos me lanzo a sus labios pillándolo desprevenido.
Los pego a los suyos completamente. Siento cómo me transfiere un haz ardiente de pasión. G-U-A-U. ¡Qué sensación!
No quiero que desaparezca.
Estiro mi mano y a tientas dejo la copa sobre la barra. A continuación, rápidamente, le sujeto firmemente la cabeza para retener ese beso apasionado.
Cuando me doy cuenta de que él me está devolviendo el beso, lanzo mi lengua ferozmente y bajo mis manos hacia su deseado trasero.
El interior de mi cuerpo ruge de deseo.
Juguetonamente, deslizo una mano hasta su entrepierna y comienzo a acariciarle al tiempo que le susurro al oído.
~ Eres mi artista favorito, eres mi mayor fantasía. Hazla realidad. Llévame a algún sitio.
Él no me contesta. Simplemente me coge de la mano y echa a andar conmigo pisándole los talones.
Sonrío lujuriosa e incrédulamente, pensando en que de verdad puedo hacer realidad mi sueño erótico. Mis manos y mis rodillas tiemblan.
Me olvido de Laura por completo.
Subimos por unas escaleras, tras atravesar la zona VIP, y llegamos a un salón enorme, siniestramente iluminado. Aunque en ese momento, todo me vale… así que yo observo el lugar como el más maravilloso y romántico que jamás haya visto.
Avanzamos por un pasillo que da a otra salita y al entrar... Uuffff.
Algo cálido y sensacional explota en el interior de mi sexo. Maravillada, observo que hay una cama de matrimonio protegida con cortinas de seda rosa casi transparentes y que caen hacia el suelo.
Al llegar hasta allí lo empujo, le quito la camiseta, me siento sobre él y comienzo a besar su pecho.
Él me desabrocha el vestido y me hace rodar hasta llegar al centro de la cama. Sus labios comienzan a besar mi espalda… Mmmmm…
Pero es mi fantasía, y en ella no hay cabida a romanticismos, solo a sexo salvaje.
Me doy la vuelta y me lanzo sobre él que cae de espaldas contra la cama. Comienzo a besarle el pecho… el estómago… hasta que me topo con los odiados vaqueros.
Comienzo a desabrocharle el cinturón como si me hubiera insultado y enojado.
Arrojo los pantalones a mi espalda cuando por fin se desprenden de su tobillo. Me quedo un segundo contemplándole, alegrándome la vista. Mmmmm.
Todo para mí.
La tigresa que llevo dentro, salta sobre él para besarlo apasionadamente. Él comienza a jugar con mi pelo mientras mi cadera pelea con la suya. Mis labios comienzan a bajar por su pecho, abdominales, hasta llegar a la línea elástica del bóxer.
Lo cojo con mis dientes y lanzo mi respiración al interior. Introduzco mis dos manos y me detengo a saborear su tacto. Mientras mi lengua disfruta de su sexo, mis uñas arañan suavemente su torno.
Egoísta de mí, no quería perder el tiempo. Era mi fantasía, era mi deseo… Lo puse a tono rápidamente, terminé de quitarme el vestido, desplacé mi tanga hacia un lado y… Uuffff.
Jadeo al introducirla en mi interior.
Comienzo a moverme lentamente, haciendo círculos. Una sonrisa se alza en mi rostro.
Bajo una mano, la apoyo sobre su cuerpo y comienzo a moverme hacia adelante y hacia atrás.
La música de la discoteca me embriaga, me hipnotiza, y no puedo dejar de seguirla. Al oír la canción de Lady Gaga me veo obligada a acelerar mi ritmo. Mmmmm…
Mis jadeos se convierten en gemidos.
Poco a poco, comienzo a montarle. Ahora juego con mi pelo, que viene y va, golpeándome travieso. Todo mi cuerpo se mueve en armonía. Mi sexo se inunda de placer.
El estribillo de la canción llega a su punto álgido y comienzo a cabalgarlo desenfrenadamente. Mis ojos yacen cerrados para poder sentir cada ápice de placer.
~ ¡Sí, sí!
La música baja de ritmo y detengo mis movimientos alocados venciendo mi cuerpo hacia adelante y mi pelo cae delante de nuestros rostros. Me acerco a besarle con una amplia expresión de felicidad y lujuria. Noto cómo disfruta.
Vuelvo a centrarme en la música. Me vuelvo a incorporar y a gozar con los movimientos de mi cadera. Tomo sus grandes y fuertes manos y las llevo hacia mis pechos.
Cuando me los acaricia, se me escapa un murmullo de satisfacción.
Al percatarse de lo que me gusta, lleva las manos a mi cintura y levanta su cuerpo para besar mis senos. Su ardiente lengua me pone los pelos de punta.
Abrazo su cabeza y entrelazo mis dedos en su pelo. Lo presiono hacia a mí y nuevamente comienzo a acelerar mis movimientos. Mmmmm… Mi cadera se mueve con un ritmo continuo, al ritmo que yo quiero, al que yo deseo, al que me hace estremecerme de placer.
¡Me encanta!
Empiezo a sentir un deseo en mi interior. Quiere salir de mí. Mi vista apunta al techo pero mis ojos se ponen en blanco.
De pronto, me gira sacándola de mi interior… “¡NOO!” Rujo.
Pero rápidamente me coloca quedando con mis rodillas sobre el cómodo somier. Al introducirme su sexo desde detrás… Mmmmm… mi cuerpo se deja caer hasta que mis pechos acarician las sábanas.
Comienza con cuidado… como si fuera una muñeca de porcelana… ¡Dios yo no quiero eso!
Me giro. Lo miro para ordenarle que… Uuffff… al ver su torso desnudo mis pensamientos se desvanecen.
Entra y sale despacio mientras su mano me acaricia la espalda. Haciendo acopio de todas mis fuerzas y de mi más arduo deseo, pongo las palmas de las manos sobre el colchón y me incorporo a cuatro patas. Seguidamente hecho la cabeza hacia atrás para que…
~ ¡Aahh!
Me agarra del pelo como era mi deseo y comienza a embestirme con gran energía yagilidad. Uuffff.
Mi cuerpo va y viene con movimientos desenfrenados. Mis gemidos ya se alzaban por encima de la música cuando de pronto escucho ese ritmo pegadizo y brasileño.
“Au si eu te pego...”
Uuffff.
Por culpa del estribillo, llevo mi mano hacia atrás y me golpeo un suave cachete… Mmmmm.
“Au si eu te pego...”
Empieza a acelerar, más y más. La tensión que hace sobre mi melena aumenta provocando que arquee más mi espalda.
“Au si eu te pego, au, au si eu te pego...”
~ ¡AAHH! ¡DIOS! ~ Su mano acaba de bajar velozmente sobre mi nalga izquierda haciendo que me retuerza de placer…
Vuelvo a girar la cabeza hacía él, para mirarlo, desnudo, concentrado… follándome. Mmmmm.
Veo cómo desciende su mano.
PLAS.
~ Síiii
Mis gemidos se desbocan. Sus dedos se fijan a mi cadera y, en éxtasis, su cadera comienza a desmadrase… percibo que su orgasmo llega.
Un torrente de placer recorre todo mi cuerpo. Mi mejilla se apoya sobre las sábanas mientras mi mandíbula se desencaja. Ahora empiezo a escuchar sus jadeos… está a punto;
~¡Sí, sí!
“Au si eu te pego...”
~ ¡Aahh!
Mi orgasmo llega justo cuando él sale de mi interior y expulsa su esencia sobre mis nalgas y espalda.
Caigo abatida y me agarro a las sábanas.
Sigo jadeando incluso cuando he acabado… Es increíble. Uuffff.
Noto que se mueve, pero yo estoy tan cómoda… y sin fuerzas, que me da igual lo que haga… Acabo de hacer realidad mi fantasía… si pudiera, estaría saltando de alegría junto con mi pequeño duende interior.
Recupero el control de mi respiración. Suspiro. Poco a poco me incorporo y me giro para buscarlo… pero no está allí… ni su ropa tampoco…
Lentamente me levanto y comienzo a vestirme…
“¡Qué capullo, va y se larga! ¿Se cree que me ha hecho un desprecio? Seguro que se creerá casi un Dios porque ha llegado una joven y ha conseguido echar un polvo sin trabajo alguno… hay que ser idiotas… no se dan cuenta de que los utilizamos… sí, cierto… él ha follado pero… yo he cumplido una fantasía magnífica.
Me termino de vestir y mi sonrisa y yo comenzamos a bajar las escaleras.
“Lo que él ha disfrutado en comparación con lo que lo he hecho yo, es un grano de arena en una playa… jajaja encima se irá orgulloso a pavonearse cuando solo nos acostamos con este tipo de tíos por lo que son y lo que representan, no porque nos gusten… Aunque no sé qué es peor… si ellos o los chicos de la calle que les tienen envidia porque tienen sexo cada noche… ¡Qué pena me dan! No saben que lo hacemos únicamente para disfrutar nosotras…”

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